miércoles, 9 de mayo de 2012

Homenaje a Caloi

No todos los artistas que se mueren te pegan tan fuerte como me pegó a mí la partida de Caloi. Aunque hay gente que de verdad es grossa y ha hecho cosas importantes en el noveno arte, hay algunos que, como Michael Jordan en el basket, son jugadores que hacen muchas cosas muy bien y logran que todos los otros juguemos mejor.
Carlos Loiseau no era solamente un humorista, dibujante e historietista reconocido por su más importante creación, Clemente.
Además de entregar diariamente una tira a Clarín (que también se publicaba en otros diarios, incluso antagónicos del propio matutino del oligopólico multimedio) y una pieza de poesía pictórica humorística semanal a su revista Viva, Caloi producía y conducía Caloi En Su tinta, un ciclo sobre animación multipremiado, de excelente factura y de monumental calidad y mérito. No, no era una superproducción, ni siquiera tenía un rating espectacular, pero le sirvió a las gentes adecuadas para acceder en el momento oportuno de sus vidas a las piezas de animación correctas que nuestro sistema mezquino de salas de cine (ese sistema que hoy está cerrando los Cines Arteplex porque dan pelis arte que no levantan la carrada de guita que levanta Los Vengadores, aunque sí tengan su público) no traía ni por asomo.
Yo, que hasta los 16 no sabía qué iba a hacer al terminar el secundario, con Caloi En Su Tinta accedí a un tipo de cineanimación que escapaba a los onerosos estándares del mainstream cinematográfico. Desde animación tan simple como poner hojas de papel (y no acetatos, como en las de Disney) hasta películas con actores hechas en stop motion, pasando por animación de muñecos, de objetos, de recortes por sustitución o articulados, hasta cosas rarísimas pero posibles como una placa retroiluminada con arena o café molido encima sobre el que se dibujan las formas corriendo los granos. Incluso vi un corto hecho con una pantalla formada por miles de cabezas de alfiler que se bajaban o subían para dar forma.
También a través del programa de Caloi supe de la existencia de la EDAC (Escuela De Animación Cinematográfica) del Instituto de Arte Cinematográfico de Avellaneda, donde finalmente, tras acabar el secundario, fui a estudiar cineanimación. ¿Cómo no va a ser importante en mi vida Caloi?
Desde su programa, no solamente difundió tipos de animación y autores que la era preinternética nos tenía vedados por lejanía, sino que luego personalmente promovió y alentó a los cinanimadores noveles argentinos para que hicieran sus trabajos y los presentasen en su programa, única ventana de la TV abierta a ese mundo con tanto para ofrecer (mucho más que la película de Gaturro, por cierto).
Y además de darnos a Clemente, de traer al mundo a Tute (una muestra, junto con Lucas Nine y Juan Sáenz Valiente, de que las segundas generaciones pueden ser grossas aunque tengan la sombra de los padres grossos atrás), hacer un programa genial, generar con su amigo el Negro Dolina la serie de separadores de Clemente que elevaron el estandar de los cantos de hinchada por un rato al menos, promover a muchos artistas de la animación, luchar contra la pacatería de la dictadura con su tire papelitos y mostrar que el humor tiene el poder de generar cambios en la gente, de inclusive tener el tupé de ser peronista y tener buena relación con el gobierno Kirchnerista pese a laburar en el principal medio opositor a ese gobierno (lo que requiere bastantes bolas), Carlos Loiseau era un tipo entrañable, macanudo, divertido y sumamente humano, de esos que hacen que te duela muchísimo perderlos.
Tanto duele que no quise hacer un dibujito de un Clemente llorando, porque la mera idea de ponerme a hacerlo me hace llorar a mí, como pretendido colega y sobre todo como lector, espectador y beneficiario de su contribución generosa a mi vida. Así es que, buscando entre las páginas que he dibujado en mis varios años de fanzinero, encontré esta viñeta, que salió en el número 6 de Max King Comics!, de Mayo (mirá que cruel coincidencia) de 2000, en la página 19, de un Clemente Tenista Teléfono cuya raqueta Argentino Silver usará luego como tubo para llamar a Natalia Gorriti. Me parece mejor subir un dibujo mío hecho para homenajearlo en vida.
Gracias, Negro, por ser uno de los muchos negros cuyas vidas, como supo cantar Fito, transformaron la mía.

Max King